miércoles, 18 de julio de 2012

BIOGRAFÍA DE MARIO KAPLÚN

Mario Kaplún nació en Argentina en 1923. De antepasados judíos rusos, pasó su niñez y juventud en Buenos Aires, y su vida adulta, con algunos intervalos, en Uruguay… Así, a los diecisiete años, Mario se recibió de maestro. Su condición docente quedó en evidencia desde el inicio de su carrera profesional, aunque nunca ejerciera formalmente como tal. El profesorado de Psicología y Filosofía, en cambio, nunca lo terminó, y a la Comunicación se acercó desde la praxis, más concretamente: desde el radioteatro.

Mario trabajó durante un tiempo en un estudio donde se transmitían radioteatros; esta experiencia le permitió adquirir el herramental necesario para guionar y realizar programas. A los diecinueve, en el marco de un servicio radial llamado "Escuela del Aire", emitió su primer programa educativo, a través de una cadena estatal -Radio del Estado- y otra privada de alcance nacional -Red Splendid-; era un ciclo sobre historia argentina en formato de radioteatro. Su vinculación temprana a un servicio radiofónico con tal nombre ("Escuela del Aire") denotaba ya su interés en la educación de tipo no-formal que pudiera ser ampliada con la potencia de un medio masivo.

Kaplún vivió esos tres primeros años de radio como una "aventura fascinante" y un aprendizaje intenso del oficio, pues en un contexto de transmisiones en vivo y posibilidades técnicas básicas, debía escribir dos guiones por semana, dirigir actores, coordinar técnicos, ensayar, ambientar y salir al aire. "Ya estaba inoculado con el virus de la comunicación. Ya era mi profesión, mi oficio, lo que sabía y me gustaba hacer".[4] Desde el inicio de su carrera cuestionó el modelo de comunicación unidireccional privilegiado por los mass-media, pero no lo hizo teorizando sino generando procesos que, desde los propios medios, potenciaran al destinatario al punto de transformarlo en emisor. Más tarde haría uso del término "emirec" -del neologismo francés acuñado por Jean Cloutier, "émeréc"- para reforzar la idea de que todo ser humano tiene la condición y aptitud necesaria para ser emisor y receptor en un mismo proceso.

Mario empezó a sistematizar la educación desde los medios, manteniendo siempre como uno de los ejes fundamentales de su desarrollo la búsqueda religiosa. (Conviene aclarar que "religión" en el caso de Mario Kaplún no es la religión del dogma o el templo, sino de la acción, de la vida).

El cruce entre la búsqueda religiosa de Mario y su desarrollo práctico como comunicador se estableció de manera más visible cuando a finales de los ‘50 Manuel Olivera le propuso armar un programa en el espacio que tenía asignado para rezar la misa. Le propuso ofrecer un panorama de lo que estaba sucediendo con el catolicismo en el mundo. Y lo hicieron.

En el ’62 Kaplún empezó a producir y conducir programas de debate periodístico que alcanzaron verdaderos éxitos de audiencia. Con el seudónimo que traía de la Argentina -Mario César- estrenó en Canal 12 Sala de audiencias, un programa sobre temas de actualidad -sociales y políticos- que, según el propio autor, se convirtió en "una gran tribuna nacional"…. Sin embargo, en casa de los Kaplún no hubo televisor sino hasta el ’78; Mario producía pero no veía televisión; prefería ir al cine y al teatro. En 1968 el país entró en una etapa muy difícil … Mario dejó la televisión y volvió a la radio.

Mientras tanto, después de una gira por América Latina con la misión de crear la Asociación Católica Latinoamericana para la Radiodifusión y la Televisión, UNDA/AL, Manuel Olivera entendió que no era posible competir con la industria televisiva de Estados Unidos; en cambio reconocía que había un campo abierto, el de los radioteatros, y le propuso a Mario lanzarse con series de radiodramas educativos…. En todos los programas de Mario Kaplún primaba su inquietud por habilitar a la gente para que pensara por sí misma. Iba montando un método dialógico de progreso que exigía una manera de exposición muy especial.

Mario creyó desde un principio en la posibilidad de insertar programas educativos en los circuitos regulares de los medios masivos, pero sabía que una de las premisas fundamentales para lograrlo era el cuidado en la realización y en las decisiones estéticas.

Siempre inspirado en Paulo Freire, Mario introdujo en sus programas la comunicación dialógica participativa. Pensado desde la praxis y elevado luego a la teoría, el método de Jurado No.13 fue una de las claves de su trabajo, no sólo en relación con la praxis comunicacional, sino en relación con la fe: "La fe es dialógica; la fe va creciendo; la fe es hecha junto a un equipo de gente", explica Manuel.

Los programas, que se venían haciendo en América Latina desde hacía años, adoptaban un tono discursivo, moralista, vertical, aburrido. Con la producción de El Padre Vicente y Jurado No.13, Mario rompe con esos esquemas convencionales y demuestra que se puede aplicar el pensamiento educativo de Paulo Freire -la educación liberadora- a los programas de radio. Estos programas no han sido superados todavía por otros radialistas.

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